Aunque hoy en día la popularidad del kitesurf augmenta exponencialmente y cada vez son más las personas que se interesan por este deporte, su invención es sorprendentemente reciente.

Antes de contar la historia de este deporte deberíamos describirlo: el kitesurf (o kiteboard) es un deporte extremo que combina una cometa (kite, en inglés) y una tabla, con el objetivo de utilizar la fuerza del viento para deslizarse sobre el agua. Es un deporte relativamente nuevo pero que cada vez acumula más aficionados debido a las sensaciones incomparables de velocidad, adrenalina y diversión que despierta.

Para hablar sobre la creación del kitesurf deberíamos hablar primero de sus influencias y sus antecesores. Los más lejanos se remontan entre el siglo XII y el XIV, cuando en China, en la Polinesia y en Indonesia algunos pescadores empezaron a utilizar cometas para arrastrar sus pequeñas embarcaciones en el mar, como medio para subsistir. Aquellas cometas eran muy rudimentarias y no fue hasta el 1970 que, gracias al ingenio del inglés Peter Powel, se inventó la cometa de dos líneas, con la que pudo navegar pequeños botes.

Por otro lado, el surf moderno ganaba popularidad a mediados del siglo XX gracias a Hollywood y a la cultura pop alternativa estadounidense hasta que dio el salto a Europa, en la década de los 70. Fue entonces cuando Gijsbertus Adrianus Panhuise, de origen holandés, combinó estos dos elementos para convertirse en el padre del kitesurf, aunque no comercializó su idea.

Siguiendo el camino de Adrianus, los hermanos Legaingoux, de la costa oeste francesa, empezaron a trabajar en diseños más modernos de cometas, los cuales permitieran navegar a contraviento y relanzarse tras crear al agua. Tras una década de trabajo sus patentes estaban listas para ser comercializadas.

Fue entonces cuando surfistas y windsurfistas de fama internacional se empezaron a interesar por el kitesurf y a practicarlo como diversión, impulsando el reconocimiento del deporte por todo el mundo. Entre ellos se encontraban los americanos Laird Hamilton y Robby Naish, que más adelante pasaría a ser uno de los fabricantes de material de kitesurf más importante.

Así, durante los años 90 el kitesurf gana cada vez más popularidad internacional hasta celebrarse el primer campeonato en la isla de Maui, Hawaii, en 1998. A partir de ahí, la fama de este deporte ha ido creciendo exponencialmente, creándose estilos diferentes (freestyle, wave riding, wakestyle, speed, course ricing, etc.), fundando escuelas y asociaciones nacionales en distintos países, y organizando competiciones internacionales en diferentes estilos. Tal es su popularidad hoy en día que el estilo de kitesurf kite foil racing pasará a ser una disciplina olímpica permanente a partir de los Juegos Olímpicos de París de 2024.

No es de extrañar que este deporte coleccione cada vez más aficionados, y es que la sensación de libertad que se siente al domar el viento, navegando a gran velocidad o saltando por encima de todo lo demás, solo con la ayuda de una cometa, una tabla y un arnés, es imposible de igualar.

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